viernes, 28 de agosto de 2009

Algunas reflexiones sobre el idioma español en Filipinas.

Foto: moneda de 1 peso de Las Islas Filipinas durante el reinado de Alfonso XIII. acuñada en el año (1897)

Estimados miembros del Círculo:

Leo con atención sus comentarios acerca de las causas que han concurrido a que la lengua española sea escasamente utilizada en Filipinas. Todos los comentarios leídos tienen un fundamento y enriquecen el acerbo cultural de nuestro grupo.

Permítanme que, sobre este tema, aporte algunas reflexiones.

Debemos remontarnos, al menos, al año 1565, cuando los españoles llegan a Filipinas. Llega un puñado de españoles, al mando del Adelantado Miguel López de Legazpi y del gran fraile agustino Urdaneta quien, como experto cosmógrafo, tenía las misiones de encontrar el camino de vuelta a Nueva España (tornaviaje o retornaviaje) y como prior de cuatro compañeros agustinos con ánimo de evangelizar aquellas tierras y pasar al gran reino de China y Japón, su objetivo final.

Todo esto ocurre con un rey español, Felipe II, cuya religiosidad, heredada de su padres y abuelos, está más que demostrada en nuestra historia.

Quisiera destacar tres de los principales motivos, según mi criterio, de la llegada de los españoles a Filipinas:

1º) Continuar el espíritu evangelizador de su padre, Carlos I, en las Indias Orientales.

2º) Buscar nuevas relaciones políticas y comerciales en el país que le confería autoridad según el Tratado de Zaragoza.

3º) Intentar la posesión de las especias, iniciada por su padre, sin éxito, aunque a estas alturas de la historia ya se había perdido mucho del interés primario. Los fracasos de Loaysa, Saavedra y Villalobos en este sentido, hicieron que disminuyese el interés por el dominio de la Especiería.

Conviene advertir que la conquista y poblamiento del archipiélago es mucho menos sangriento y más "civilizado" que el acontecido en Hispanoamérica, gracias sean dadas, sin duda, a cierta colaboración de los naturales filipinos que estaban muy dispersos y sin una autoridad única y centralizada. Si los filipinos hubieran querido, habrían echado de Filipinas al puñado de españoles en menos de 48 horas.

¿Que autoridad prevalecía en Filipinas, en los primeros años de población y después, es decir, desde siempre, al menos hasta la llegada de los Borbones a España?: Sin duda, la de la Iglesia, las Ordenes Regulares. El Dr. Morga, llegó a afirmar que Filipinas era un estado eclesiástico, (excesivamente radical me parece esta afirmación). El poder civil, el gobernador, estaba muy influenciado por la iglesia.

Los religiosos fueron los encargados de la evangelizació n y la difusión de la cultura occidental entre los filipinos para lo cual emplearon, casi en exclusiva, LOS PROPIOS DIALECTOS O IDIOMAS de los naturales. Para realizar esta labor, entenderemos que su sacrificio fue muy considerable y meritorio.

Esta política cultural, en su conjunto, se mantuvo hasta principios del siglo XIX, fecha en la que se piensa en educar en español. Ya es muy tarde. Los eclesiásticos no eran favorables a este cambio.

El regalismo borbónico, intenta sobreponerse a la autoridad eclesiástica y ya a mediados del siglo XIX se impone, obligatoriamente, la educación en español. Los intentos anteriores a esta fecha fracasan. Lamentablemente, los Borbones ya no consideraban a Filipinas como una provincia más de España, sino como una colonia. (Pienso que así se despertó el ansia natural del independentismo filipino).

Resumiendo, la política educativa de España durante dos siglos y medio, no tenía alguna prioridad sobre el idioma español.

Después de la salida de España de Filipinas, en el año 1898, los USA realizan una labor de "destrucción" de la cultura española, imponiendo su lengua, creando multitud de escuelas, y desembarcando en Filipinas muchos medios para americanizar el país. Obsérvese que, a pesar de sus esfuerzos, el protestantismo no logra desplazar al muy arraigado catolicismo en el país. Esta ha sido la gran herencia española.

En menos de cincuenta años los colonialistas americanos fueron capaces de imponer su lengua. Los españoles no pensaron nunca en que el verdadero dominio de un país comienza por la imposición del idioma y la transculturació n general del país conquistado. Sin embargo, a diferencia de los restantes países europeos colonizadores, (aunque les pese a los propagadores de la leyenda negra) la labor española se centró en la educación, en la propagación de la fe católica, en la construcción de colegios, universidades (de prestigio mundial, para envidia de los USA) instituciones de caridad, hospitales ejemplares, dotar al país de una educación administrativa occidental etc, etc. ¿Qué beneficio económico obtuvo España después de trescientos treinta y tres años de permanencia en el Archipiélago? Escaso, por no decir nulo. Muchos personajes influyentes de la Corona española deseaban que Felipe II abandonase Filipinas. Siempre rechazó estas propuestas. Según sus propias palabras, manifestó que su principal misión en las Islas Filipinas era la evangelizació n del país.

¿Qué fue del idioma español? Que lo hablaran, además de los españoles, los criollos, los pocos mestizos, las clases dirigentes filipinas a nivel municipal, los comerciantes, la clase intelectual educada en las universidades (Santo Tomás, Ateneo, San José, etc). Nunca el idioma fue considerado como vehículo de dominio.

A pesar de lo anteriormente manifestado, la huella del idioma español permanece en la propia identidad del pueblo filipino, sea o no aceptada por los actuales filipinos (el idioma tagalo cuenta con un 20% aprox, de vocabulario español ; en el chabacano es de más del 80%) y será inevitable que los filipinos logren borrar sus prejuicios, sus complejos históricos y lleguen a comprender que la historia española es consustancial con su propia identidad y el renacimiento del idioma español en las Islas habrá de reportarles muchos beneficios. Los más inmediatos serán que les facilite la lectura de sus propias autoridades intelectuales en el idioma que escribieron y se expresaron, así como poder leer su propia historia en el idioma que fue escrita originalmente y que está esperando, paciente, en sus propios archivos.

Autor: D. Juan Hernández Hortigüela